Ilse Fusková | La cámara de Felka

LA CAMARA DE FELKA

Escribe: Silvana Jáuregui

Fotografía: Véronique Pestoni

 

Ilse Fusková, como finalmente decidió llamarse, nació en Buenos Aires, en 1929. Es una de las más destacadas referentes del lesbofeminismo en la Argentina. Cuenta que la ayudaron el azar y el momento oportuno. Como una partida de ajedrez, sus pasos fueron armando un maravilloso tablero de mujer libertaria, junto con el arte que supo teñir gran parte de su vida. De padre alemán y madre checoslovaca, Felka -seudónimo que utilizó  para firmar sus fotografías de los años cincuenta- creció viajando y persiguiendo sueños: estudió periodismo, fue reportera  gráfica y trabajó de azafata durante los años cuarenta. Colaboró con reportajes y comentarios de cine en revistas como El Hogar, Mundo Argentino, Para Ti y Lyra.

 

Ilse recuerda especialmente su paso por la Revista Chicas: “Una tarde vi colgada en un kiosco la revista Chicas, dirigida por Guillermo Divito,  dibujante de la famosa revista Rico Tipo, con una tirada masiva. Chicas apareció en 1948, con una salida mensual. Abordaba todo tipo de temas: entrevistas a actrices famosas, análisis de películas argentinas, cuentos, diseños de muebles, críticas de libros y columnas sobre moda, cocina, reuniones sociales y horóscopos. Abandoné mi trabajo de azafata y dediqué mi tiempo a escribir sobre la mujer joven moderna. Firmaba mis columnas como Felka. Fui feliz.”

Eran los años cuarenta y la bohemia artística e intelectual se movía por la calle Viamonte, desde Florida hasta Plaza San Martín. Todo se concentraba en esas cuadras: las galerías de arte, la Facultad de Filosofía y Letras, la redacción de la Revista Sur, el Instituto de Arte Moderno y el teatro Los Independientes.

“Me encantaba caminar por esas calles cuando salía de la redacción. Tomar café en el Florida Garden, donde toda la bohemia se reunía. Una tarde de invierno fui a una exposición en una galería en Viamonte y Florida. De pronto, alguien se acercó para preguntarme si yo era Felka: ‘Sí, soy yo’, respondí. Entonces se presentó: ‘Soy Alberto Greco’, me dijo. Desde ese día estuvimos siempre juntos, hasta que se fue a vivir a París. Nunca me dijo que era homosexual. Contemplábamos en silencio aquella cuidad que se mostraba moderna y exultante”.

Greco y Felka fueron grandes amigos y confidentes. En una de las fotos de la exposición se los ve caminando por el Pasaje Seaver, en 1957, dejándose llevar por las circunstancias.

 

Greco le presentó al fotógrafo Horacio Cóppola. Enseguida empezó a estudiar con él y con su compañera, Grete Stern. Recuerda: “Mi primera obra como fotógrafa fue retratar la vida diaria de la gente en la Isla Maciel”. Ellos quedaron retratados en la Muestra y en su memoria.

También formaron parte de la muestra los retratos fotográficos de Beatriz Guido, Carlos Alonso, la titiritera Mané Bernardo, Carmen Gándara, Mabel Rubli, Landrú, todos amigos/as del mundo del arte y la literatura.

En 1979, gracias a un anuncio aparecido en el periódico Buenos Aires Herald sobre la revista Persona, de María Elena Oddone, conoció a la fundadora del Movimiento de Liberación Femenina, influida por la amistad que tenía con los fotógrafos Grete Stern y Horacio Cóppola. Fueron ellos quienes la incentivaron para girar hacia una fotografía más vinculada a lo artístico que a lo documental. Fue ahí cuando tomó contacto con las feministas argentinas.

Su cara se ilumina cuando dice: “¡El feminismo me salvó la vida! Me hizo ver que las cosas que estaba viviendo -la descalificación, la falta de apoyo en la vida doméstica, familiar- eran parte de un sistema. Cuando descubrí esto salí de una profunda depresión”.

 

Ahí llegó el fin de su matrimonio. Fueron años de búsqueda pero de gran aprendizaje para Ilse. En esto de hurgar y descubrir acerca de lo femenino, sobre cómo nos miramos y nos miran, es que observó en el mercado las sutilezas, pliegues, semillas y encantos que tenía un zapallo abierto. Así fue que comenzó una investigación sobre el desnudo femenino. En 1982 realizó una serie de fotografías exponiendo en los Talleres Brígida Rubio y en Lugar de Mujer, al año siguiente. El Zapallo consistió en una serie fotográfica integrada por diez trabajos que referían directamente a la fecundidad femenina.

“Ver zapallos grandes cortados por la mitad era ver un mundo de magia, porque estaban llenos de telones dorados, de semillas. Yo no sé si alguna vez vieron un zapallo así. Para mí era una cosa divina, llena de fertilidad y me dije: ‘yo quiero hacer una serie de fotografías con esto’. Me compré, entonces, el zapallo”

“¡El feminismo me salvó la vida! Me hizo ver que las cosas que estaba viviendo -la descalificación, la falta de apoyo en la vida doméstica, familiar- eran parte de un sistema. Cuando descubrí esto salí de una profunda depresión”.

María Laura Rosa, amiga de Ilse, curadora e historiadora feminista del arte argentino, además de ayudarla en la selección de los trabajos para la muestra, explicó y transcribió conceptos vertidos por Ilse sobre aquella serie. Una de sus obras fue expuesta y fue ícono de su gacetilla. “La serie se detenía poéticamente en dos desnudeces: la del zapallo – en toda su carnosidad interna – y la de la modelo”. Ilse Fusková expresó que el cuerpo desnudo de la mujer era un tema tabú por entonces en nuestra sociedad: “La mayoría de las mujeres en la cultura occidental nos vemos a través de la mirada distorsionada de una sociedad dominada por varones. Esto es verdad para todo nuestro ser y muy especialmente para la percepción que tenemos de nuestro propio cuerpo (…) Yo pienso que el cuerpo de la mujer es objeto de deseo del macho, que ese cuerpo le fascina y también le da miedo. Sin embargo el cuerpo desnudo de la mujer, sin las contorsiones de la seducción, es una imagen prohibida (…) La desnudez del cuerpo de la mujer es un derecho que nos es absolutamente negado”.

En 1984 y 1985 Felka integró el grupo Imagema, que conformaban Cóppola y Juan José Guttero. Realizó también muchos talleres en Lugar de Mujer, un espacio plural, creado después de la dictadura militar, donde inició su activismo feminista y luego lésbico.

Fue un 8 de marzo de 1988 cuando los grupos Reflexión Lesbiana -del espacio Lugar de Mujer- y Cuadernos de Existencia Lesbiana decidieron ingresar a la plaza de los Dos Congresos para participar de la manifestación convocada por la Multisectorial de la Mujer. Llevaban carteles de Cuadernos de Existencia Lesbiana, un estandarte de tela rosa y cada una con una flor en la camisa y una cinta en el pelo que decía: «Apasionadamente lesbiana». Cuadernos de Existencia Lesbiana se constituyó, en 1987, como un área de estudios sobre lesbianismo a cargo de Ilse Fusková y de Adriana Carrasco. Publicaron la primera revista el 8 de marzo de 1987, diseñada como un boletín artesanal y distribuida por ellas mismas. Comenzaron a venderla con muchas dudas en la marcha del Día Internacional de la Mujer. Ilse recuerda: «Los gays y anarquistas estaban al borde de la plaza y nos pedían más revistas para hacerlas circular, a diferencia de las feministas, que nos miraban con desdén y trataban de separarse para evitar algún tipo de compromiso. Si no se nos nombraba en un sitio cerrado menos aún en un sitio abierto como era la plaza. Nosotras nos sentíamos unas revolucionarias. Poníamos el cuerpo, la cara y con tan poco apoyo por parte de las feministas, con excepción de Marta Fontenla y Magui Belotti. Todo era un gran interrogante sobre si era o no era peligroso»

«Pienso que, para esa época, aún era imposible de publicar imágenes positivas de lesbianas. O salíamos en la prensa amarilla o no salíamos en ningún lado. Una foto de mujeres felices, orgullosas de ser lesbianas, no era tolerable para el sistema»

El camino de lucha y resistencia ya no se detuvo. Su activismo fue dejando a Felka para volverse Ilse Fusková. Hace tres años fue declarada «Ciudadana Ilustre», reconocida por su invalorable aporte cultural y su activa militancia en la defensa de los derechos de las mujeres en general y de las mujeres lesbianas en particular, y por marcar un camino de compromiso activo por los derechos de lesbianas, gays, bisexuales y trans. Dijeron: “Su lucha tenaz por modificar un sistema patriarcal heterosexista que somete a las mujeres y a las lesbianas la eleva a la máxima referencialidad lésbica de nuestro país, ejemplo y estímulo para muchas de las generaciones posteriores.”

«O salíamos en la prensa amarilla o no salíamos en ningún lado. Una foto de mujeres felices, orgullosas de ser lesbianas, no era tolerable para el sistema».

Una mujer inmensamente amorosa. Amó y fue amada. Su gran amor fue Claudina Marek. “Me vio y se entregó. Estuvimos juntas veintidós años. Fue un ser muy especial y sé que ella no va a salir de mí hasta el último minuto de mi vida”. En 1994 publicaron juntas Amor de mujeres. El lesbianismo en la Argentina, hoy. “En él plasmamos nuestras diferentes miradas sobre el amor. Mi mirada hacia las mujeres era más etérea, por lo que el sexo no era para mí lo más importante. Claudina disentía y sobre ese contraste fue que escribimos el libro. Se contactaron allá por el año 1991, cuando en el programa de almuerzos de Mirtha Legrand hizo pública su condición de lesbiana. Allí se sentó en la mesa con la biblia de Adrienne Rich bajo el brazo.

“Mis compañeras me decían que no vaya, ¡que me iban a  decir de todo! No les hice caso. Fue tan impresionante la repercusión que tuve que Mirtha quería repetirlo, pero no la dejaron. El texto de un sacerdote escrito en un diario decía que yo había dicho algo terrible. ¡No me importó! Habíamos instalado el tema.”

«El cuerpo desnudo de la mujer, sin las contorsiones de la seducción, es una imagen prohibida (…) La desnudez del cuerpo de la mujer es un derecho que nos es absolutamente negado”.

¿Qué es el amor para Ilse?

Es la energía que cada uno pone en eso de mirar lejos y pensarse más lejos. En 1997, en una entrevista del diario La Nación al biólogo chileno Humberto Maturana (1928) éste decía: “… Si yo no estoy abierto a todas las dimensiones de la presencia del otro, no puedo saber dónde está para actuar adecuadamente, porque además el otro va a tratar de encontrar mi punto ciego, en el que no estoy mirando. La única forma de no tener ningún punto ciego es aceptar la legitimidad de todas las circunstancias. Y eso es el amor: el dominio de las conductas de relación a través de las cuales el otro, la otra, o lo otro, surgen como otro legítimo en convivencia con uno. No he puesto ningún elemento de valor, no he emitido ningún juicio, no he ensuciado con sentimientos la situación, sino que planteo solamente el ‘cómo estar’ en la relación.”

Hoy a Ilse la conmueve la ecología y se interesa por temas como el extractivismo. Toma clases de pintura en el taller del artista plástico Ernesto Pereyra. Dice que no le importa el dinero y que sobrevive como puede: “Lo que me importó en la vida fue seguir mis deseos, es lo único que me importó. Poder seguir mi camino”

Sobre el final de la entrevista, Ilse guardó su cámara, con el cuidado que se da a las cosas que se aman. Nos abrazó para decirnos: “Vuelvan, tengo mucho más para contarles”