Martes 8 de marzo del 2022
Escribe: Victoria Fregenal
El 8 de marzo se conmemora el día internacional de la mujer, fecha que comenzó a inicios del siglo XX en Europa, donde miles de mujeres pedían por sus derechos. Mucho tiempo pasó ya desde aquellos inicios y en la actualidad esta fecha se convirtió en un icono de lucha para todas las mujeres del mundo. En Argentina, el colectivo feminista lucha desde hace años por la igualdad de derechos y para terminar con las ideas patriarcales por las cuales terminan muriendo 220 mujeres al año.

Esta fecha invita a todas las mujeres a salir a la calle y dar su grito bajo el lema “Si no tenemos los mismos miedos, entonces no tenemos los mismos derechos”, frase ejemplar de Sol Ferreyra, más conocida como Sol Despeinada, médica y docente de la UBA. Son muchas las féminas que sufren o sufrieron violencia de género o abuso en algún momento de su vida. Es necesario que nuestro país termine con la cultura machista que todos los días atropella los derechos de las mujeres, que haya una reforma judicial con perspectiva de género para acabar con las condenas paupérrimas que escuchamos a diario.
Hace una semana violaron en grupo a una chica de 20 años en el barrio porteño de Palermo, en el día de ayer se dio a conocer el asesinato de una niña wichi en Salta y son casos que trascendieron en los medios de comunicación, sin embargo existen hechos que los medios hegemónicos no cubren, pero suceden y es la realidad que viven miles de argentinas. Son actitudes que la sociedad naturaliza y hasta culpabiliza a la víctima, pero desde que somos niñas crecemos en la cultura machista, desde un hombre que te enseña los genitales en público, que te insulta por alentar a tu equipo de fútbol o que te hacen sentir incómoda por cómo te vestís para salir a la calle. Son miles de acciones reunidas en una misma, el abuso. No hace falta ser mujer para sentirse interpelado por estas situaciones, sino entender que para tener una sociedad más justa hay que empezar por respetar los derechos.

Hasta hace pocos años no se reconocía el trabajo de cuidado y es que son las mujeres quienes además de trabajar, por su condición de género, son las mismas que se dedican a las actividades domésticas, como así también a la crianza de los hijos. Pero va más allá, se trata del derecho reproductivo y sexual, de acceso a la salud, puestos laborales y sobre todo de seguridad. La seguridad de poder llegar sanas a nuestras casas, de salir a la calle y no sentirnos incómodas por lo que nos digan, de poder viajar en el transporte público sin que nadie nos haga pasar un mal momento. De no tener en vilo a nuestras amigas, o familiares hasta que le mandamos el mensaje que les devuelve el alma al cuerpo “llegué bien”.

Este 8 de marzo vamos a salir a calle y va a ser nuestra, pero la lucha va a continuar día a día hasta que todas tengamos los mismos derechos y ya no tengamos miedo. Ese terror paralizante no nos va a gobernar y es tarea de todos crear una sociedad más igualitaria y sin violencia, esa agresión que nos impide ser quienes somos. No nos callamos más, nuestra voz se va a alzar por las que no están, por las que están y por todas aquellas que aún siguen pidiendo justicia sin ser escuchadas en algún lugar de nuestro país.