LOS FUSILAMIENTOS DE JOSÉ LEÓN SUÁREZ

Jueves 9 de junio del 2022

Escribe: Agustín Ortiz

Se cumplen 66 años de una de las masacres más cobardes que ejecutó la nefasta Revolución Libertadora, durante las jornadas del 9 y 10 de junio de 1956 el golpe militar perpetrado un año atrás contra Perón por el ala liberal del Ejército. Por este hecho, junto al infame fusilamiento del General Juan José Valle, la dictadura gorila se ganó en la cultura popular el triste nombre de Fusiladora. 

Tapa de Clarín de aquellos días.

Los militares que perpetraron el golpe, Aramburu y Rojas, no solo exiliaron a Perón, prohibieron la participación partidaria del peronismo y sus símbolos, sino que también fusilaron a trabajadores y militantes justicialistas. Los asesinatos ocurrieron en los basurales de José León Suárez, en los cuarteles de Campo de Mayo, Lanús y La Plata, entre las horas previas a la medianoche y durante la madrugada de los fríos 9 y 10 de junio del ’56.

En aquellas fechas, la Resistencia Peronista contaba con un teatro de operaciones un tanto difuso debido a la clandestinidad pero comprometido con el movimiento político iniciado por el líder exiliado. Haciendo huelgas, tomando fábricas y <<metiendo caño>>, un método muy utilizado en aquella época que consistía en bombas de fabricación casera.

Para la jornada del 10 de junio se planeaban levantamientos simultáneos encabezados por el General Valle, el Coronel Cogorno, obreros, militantes de base y sindicales. El objetivo era el retorno de Perón y el restablecimiento del peronismo a la vida política y social de la Argentina. El saldo fue de 27 fusilados en 72 horas, entre los que se encuentran los viles fusilamientos en José León Suárez y el del General Valle en la Penitenciaría Nacional de Palermo (dónde hoy se encuentra el Parque Las Heras), entre otros crímenes.

General Juan José Valle, fusilado el 12 de junio.

Dentro de la cultura popular argentina, la brillante obra de Rodolfo Walsh, Operación Masacre, retrata estos fusilamientos y los describe como el prólogo a la gran masacre instaurada por la dictadura cívico-militar de 1976-83 de la que él mismo fue víctima. En crónica periodística, Walsh describe lo sucedido con lujo de detalle incorporando como fuente a las víctimas de aquella fatídica noche que sobrevivieron a la masacre para contarla.

“Seis meses más tarde, una noche asfixiante de verano, frente a un vaso de cerveza, un hombre me dice: -Hay un fusilado que vive. No sé qué es lo que consigue atraerme en esa historia difusa, lejana, erizada de improbabilidades. No sé por qué pido hablar con ese hombre, por qué estoy hablando con Juan Carlos Livraga. Pero después sé. Miro esa cara, el agujero en la mejilla, el agujero más grande en la garganta, la boca quebrada y los ojos opacos donde se ha quedado flotando una sombra de muerte. Me siento insultado, como me sentí sin saberlo cuando oí aquel grito desgarrador detrás de la persiana. Livraga me cuenta su historia increíble; la creo en el acto. Así nace aquella investigación, este libro. La larga noche del 9 de junio vuelve sobre mí, por segunda vez me saca de «las suaves, tranquilas estaciones». Ahora, durante casi un año no pensaré en otra cosa, abandonaré mi casa y mi trabajo, me llamaré Francisco Freyre, tendré una cédula falsa con ese nombre, un amigo me prestará una casa en el Tigre, durante dos meses viviré en un helado rancho de Merlo, llevaré conmigo un revólver, y a cada momento las figuras del drama volverán obsesivamente: Livraga bañado en sangre caminando por aquel interminable callejón por donde salió de la muerte, y el otro que se salvó con él disparando por el campo entre 13 las balas, y los que se salvaron sin que él supiera, y los que no se salvaron”, escribe Walsh en el prólogo a Operación Masacre (1957), apenas un año después de lo acontecido. 

Juan Carlos Livraga, sobreviviente, homenajeado en San Martín.

Desde otro aspecto, el fútbol también ha decidido rendirle homenaje a los fusilados. Tal es así que Central Ballester, equipo de José León Suárez que transita en la primera D plasmó en su camiseta una imagen similar a la pintura de Goya de Los Fusilamientos del tres de mayo, obra que también se utilizó para graficar la obra de Walsh.

El gran Osvaldo Bayer posando con la camiseta de Central Ballester.

La magnitud de la obra del mítico periodista y militante en la cultura popular ha permitido visibilizar una de las atrocidades más grandes que se han cometido contra el pueblo trabajador.