Sábado 24 de diciembre del 2022
Escribe: Mauro Fernández
En una carrera contrarreloj para salvar el mundo que habitamos, los representantes de casi 200 países se reunieron en Montreal, Canadá, para buscar consenso de cara a una de las principales problemáticas que afronta el Planeta: La destrucción de la biodiversidad y los ecosistemas.
En la denominada COP15 se logró un acuerdo histórico, altamente ambicioso, que tiene 23 objetivos específicos encolumnados detrás de una importante meta: la protección del 30% de la tierra y el agua del Planeta considerado como vitales para la biodiversidad, de cara al año 2030.
En la actualidad sólo el 17% de la tierra se encuentra protegida frente a la actividad industrial, la agricultura y la ganadería y en el caso de los océanos el número se ubica entre el 8 y el 10%, que busca proteger a la naturaleza de la pesca y la actividad petrolera, entre otras amenazas.
“Los gobiernos han elegido estar del lado correcto de la historia en Montreal, pero la historia juzgará si cumplen o no con el compromiso adoptado hoy”, declaró Marco Lambertini, Director General de WWF Internacional. Las ONG coinciden en que, si bien podría haber sido aún mejor por la urgencia que representa el cambio climático, las metas son realmente alentadoras y contribuirían en gran medida con el objetivo de evitar un calentamiento del planeta superior a los 1.5 grados.
En línea con la postura de la WWF, Brian O’Donnell, Director de Campaign for Nature, indicó que “es un momento histórico para la naturaleza, esta escala de conservación no se ha visto nunca antes”. ¿Quizás el proyecto sea demasiado ambicioso?
30 x 30: Colorido titular
El comediante estadounidense George Carlin realizó un stand up histórico en el que pone en discusión “por qué los 10 mandamientos son 10”. Entre chiste y seriedad, Carlin hace un recorrido por el surgimiento de las leyes de Dios y debate sobre por qué son diez y no son nueve, u once, por ejemplo. Lo que el comediante asegura es que el número diez suena mejor, es más serio y por ende tiene más atracción y más credibilidad.
Lo mismo ocurre con la meta propuesta en la COP15 de la ONU que se reduce en un atractivo 30×30. Claro está, el plazo va en sintonía con los 17 objetivos de desarrollo sostenible ya establecido con anterioridad, que es el año 2030 (también podríamos discutir si este año no fue un tanto marketinero, ¿por qué no 2029, o 2031?
El porcentaje de la tierra a proteger también es del 30%, lo cual, como dijimos, redondea la interesante y colorida fórmula de 30×30: comprometerse a cuidar del 30% de la tierra y el agua del Planeta de cara al año 2030, algo realmente ambicioso de alcanzar y que debe comenzar a trabajarse hoy mismo si es que existe una mínima posibilidad de lograrlo.
¿Y el otro 70% del Planeta? Si bien el objetivo en concreto es de preservar el 30% de la tierra y el agua, los representantes también se comprometieron a ocuparse de cuidar otras áreas importantes para la biodiversidad y a exigir estudios ambientales más profundos a las principales empresas productivas del mundo.
La última gran meta: diez años sin éxitos
El antecedente más reciente de esta comisión de representantes que busca preservar el medio ambiente no es demasiado alentador para lo que se viene por delante, además de que la urgencia es aún mayor.
De acuerdo a un Informe de las Naciones Unidas sobre el cumplimiento de los objetivos pautados en el año 2010 en relación a la preservación del medio ambiente, ninguna de las 20 metas fueron alcanzadas y en apenas 6 se visualizó un avance considerable.
Entre las metas se encontraban la disminución de la contaminación y la protección de los corales marinos, pero no sólo que no pudieron alcanzarse, sino que ni siquiera se logró conseguir los fondos económicos estimados para poder intentar alcanzar los objetivos pautados.
Un año previo al cierre del plazo de aquel objetivo, las Naciones Unidas señalaron que alrededor de 1 millón de especies de animales y plantas se encontraban en peligro de extinción, un dato nunca antes registrado y que al día de hoy se mantiene vigente.
A su vez, el informe agregaba que “la abundancia promedio de especies nativas en la mayoría de los principales hábitats terrestres ha disminuido en al menos un 20% y más del 40% de las especies de anfibios, casi el 33% de los corales reformadores y más de un tercio de todos los mamíferos marinos están amenazados”.
De modo que por aquel entonces también se pensó una consigna atractiva desde una mirada marketinera: 20×20 – veinte metas de cara al 2020. Si bien no se alcanzó el objetivo (ni cerca de ello), debe servir como un aprendizaje de cara al desafío 30×30 y que estos bellos slogans no queden en meros hashtags para las redes sociales.
El dinero no hace la felicidad, pero cómo ayuda…
Antonio Gutierrez, el Secretario General de la organización, abrió la COP15 criticando a las multinacionales de llenar sus cuentas bancarias “mientras vacían nuestro mundo de sus dones naturales. sin la naturaleza no somos nada”, y describió a la humanidad como “un arma de destrucción masiva”.
Como bien marca el antecedente del fracaso en la obtención de los objetivos de la década pasada, el dinero es clave para poder tener éxito en el 30×30 que se viene por delante. Garantizar que los países de menores recursos accedan a estas fuentes de financiamiento es la clave del éxito, porque sin ello va a ser imposible.
El documento de la COP15 pide reunir 200.000 millones de dólares de distintas fuentes para el año 2030 en fondos para biodiversidad e incluso trabajar para poder reunir 500.000 millones de dólares adicionales para la naturaleza.
Dentro de la partida de financiamiento, el acuerdo propone aumentar al menos en 20.000 millones de dólares anuales para 2025 el dinero que va a países de menores recursos, incrementando ese monto a 30.000 millones de dólares anuales para 2030.
Reducir el desecho de alimentos
Además de las metas 30×30 direccionadas directamente con la recuperación y preservación de los ecosistemas de la tierra y los océanos y el financiamiento para alcanzarlas, el documento final propuesto incluye otros objetivos que son, también, realmente ambiciosos.
Entre ellos se destaca la meta de reducir la huella global del consumo para 2030, incluso mediante la reducción significativa del consumo excesivo y la generación de desechos y la reducción a la mitad del desperdicio de alimentos. En la actualidad, según la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura), “aproximadamente un tercio de todos los alimentos producidos a nivel mundial se pierden o se desperdician”.
En línea con la producción de alimentos, el texto también propone reducir en un 50% el riesgo de daños causados por pesticidas, algo que contribuye no sólo con una mejora en la alimentación, sino con la no degradación de la tierra. En sintonía con este punto, el documento promueve también reducir en un 50% la pérdida de nutrientes de los suelos.
Mucho por hacer, poco tiempo por delante
En el mundo de la política se dice que primero está lo urgente y luego lo importante. Cuando se observan este tipo de planes, a desarrollarse en siete años (o a diez, como fue el objetivo planteado en el año 2010), pareciera que hay tiempo de sobra y que puede irse trabajando con tranquilidad y ajustando sobre la marcha si es necesario.
Pero no, esto es urgente. El plazo es exigente, casi incumplible. El financiamiento es necesario, prioritario entre tantas otras urgencias que tiene el mundo en general y nuestro país en particular.
Argentina tiene un territorio enorme que proteger y miles de especies de animales y plantas que cuidar. Nuestros bosques se encuentran amenazados por la deforestación y nuestros océanos son víctimas de invasiones constantes por buques de otros países para la pesca ilegal.
El acuerdo del COP15 es ambicioso y exigente, pero es necesario para la preservación de nuestra biodiversidad y nuestros ecosistemas. Es ahora, no hay más tiempo que perder.