PINOCHO DE GUILLERMO DEL TORO, OSCURAMENTE POÉTICO

Miércoles 11 de enero del 2023

Escribe: Juan Pablo Godoy Jimenez

Guillermo del Toro y Mark Gustafson lograron darle vida a una nueva interpretación nunca antes vista del icónico cuento clásico de Carlo Collodi: Pinocho. En esta singular versión, la historia es la misma pero aún más humana, y por momentos puede ser increíblemente tétrica, pero tierna e ingenua a la vez. La mágica técnica del stop-motion logra mover las fibras más sensibles y desconocidas. Es ciertamente una historia llena de amor, de oscuridad, de crueldad, de música, de tragedias, de personajes inolvidables y por sobre todas las cosas, de una gran humanidad y de un amor incondicional. Gracias a todas estas carcteristicas logró ganarse el Globo de Oro a Mejor Pelicula Animada.

Argumento

Nuestra historia comienza en un pequeño pueblo montañoso de Italia, donde vivían felizmente un padre y un hijo. El padre, un carpintero muy hábil llamado Geppetto, y su amado hijo, Carlo, sobrevivían el día a día a pesar de las dificultades presentadas por la Gran Guerra. Un día, mientras terminaba de barnizar una estatua de Cristo en la iglesia del pueblo, Geppetto sufre la peor tragedia de toda su vida cuando un avión dejó caer una bomba en la iglesia, llevándose consigo la vida del joven Carlo.

Geppetto y Pinocho

Ahora, diez años después, en el mismo pueblo, pero de una Italia fascista, Geppetto es un alcohólico decrépito y deprimido que se niega a aceptar la partida de su hijo, pasando cada día junto a su tumba sin alejarse ni un instante. En uno de esos días, Sebastián J. Grillo, se muda al árbol al lado de la tumba de Carlo. Sebastián ve cómo Geppetto, bajo los efectos del duelo y el alcohol, empieza a talar el tronco y se lo lleva a su taller. Allí empieza a tallar una marioneta de un niño para tratar de calmar el dolor de su pérdida, y cuando ya no puede más, se queda dormido por el alcohol. Es ahí que, en ese instante, el Hada llega y le concede vida a la marioneta para que traiga esperanza y felicidad al anciano, y nombra a Sebastián como su conciencia prometiéndole cumplirle un deseo si hacía bien su trabajo, y antes de irse le da un nombre al títere: Pinocho. A la mañana siguiente, Geppetto descubre a la marioneta viva y la aventura de su vida comienza…

El arte del stop-motion

Pinocho de Guillermo del Toro es el último ejemplo de la innegable magia de la animación stop-motion. Durante décadas, la técnica tuvo que enfrentarse al hecho de ser eclipsada por la animación dibujada que cada día se vuelve más expresiva y, más tarde, por las imágenes generadas por computadora. Pero gracias a esto y también gracias a las nuevas tecnologías, los artistas se han permitido crear actuaciones vívidas que compiten y no tienen nada de que envidiarle a los otros medios.

Guillermo del Toro junto al set de Pinocho

Para «Pinocchio», que debutó en las pantallas más pequeñas en diciembre, la mayoría de los títeres se construyeron en ShadowMachine en Portland, donde se filmó la mayor parte de la película. Candlewick, el niño humano con el que Pinocho se hace amigo en la película, «tiene hilos en las comisuras de la boca que están unidos a un sistema de engranajes de doble cañón», explicó Georgina Hayns. “Si gira el engranaje dentro de la oreja en el sentido de las agujas del reloj, tira del hilo superior y crea una sonrisa. Si lo giras en sentido contrario a las agujas del reloj, tira de un hilo inferior que produce un ceño fruncido. Realmente es asombroso”.

Dandole vida a las marionetas

Aunque se utilizan cabezas mecánicas para la gran mayoría de los personajes clave de la película, el propio Pinocho fue animado con caras reemplazables. Debido a que tiene que parecer que está hecho de madera, necesitaba tener una superficie dura, dijo el supervisor de animación Brian Leif Hansen, explicando que se imprimieron 3000 de las caras. “Sus expresiones son ágiles; las caras mecánicas se ven más suaves y fluidas en comparación con Pinocho. Está construido de manera diferente y animado de una manera diferente para diferenciarlo”. El personaje es el primer títere de metal impreso en 3D, dijo Hansen. Debido a que es delgado, “la única forma en que pudieron hacerlo lo suficientemente fuerte fue imprimir la marioneta en metal. Es un tipo pequeño y fuerte, bastante difícil de doblegar. A los animadores les encantó animarlo”.

Uno realmente no puede evitar maravillarse con la excelente artesanía en cada detalle de los personajes que habitan este reino oscuro y tetricamente caprichoso. Cada mechón de pelo en la cabeza de Geppetto, las arrugas en sus curtidas manos de artesano o el material de sus prendas son minúsculos toques individuales de genialidad y dedicación. El diseño del propio Pinocho se siente elemental, con las imperfecciones orgánicas de la madera real, sin ropa, luciendo un rostro traviesamente adorable. Esta podría ser la representación en pantalla más veraz del personaje. En la impresionante dedicación de quienes están a cargo del diseño de producción, el vestuario y la construcción de los decorados, grandes y en miniatura, donde la película encuentra su alma y esencia.

Lidiando con la pérdida

La perdida y la muerte son un concepto clave y constante en la película. A lo largo del film Geppeto enfrenta la muerte de su hijo Carlo con gran dolor, sintiéndose perdido, cayendo en el alcohol y fantaseando con recuperarlo. Y es ahí donde entra Pinocho, esta posibilidad de recuperar aquello que ya no está, ¿pero realmente Pinocho está destinado a ser una simple copia de Carlo, el supuesto hijo perfecto? Geppetto constantemente trata de moldearlo a la imagen idealizada de Carlo, pero fracasa ya que en ese niño de madera encuentra un símbolo que camina y habla, un simbolo del poder indomable de la naturaleza, del azar, de los factores impredecibles que pueden enriquecer nuestros días, aunque no sean precisamente lo que esperábamos. Pinocho es la inocencia encarnada, ya que desde un principio, canta sobre cada objeto que encuentra como un descubrimiento increíble, hay un lado abrasivo en su personalidad que resuena honestamente con los aspectos menos halagadores del comportamiento de los niños.

La perdida de Carlo, el detonante del sufrimiento de Geppetto

La película utiliza el elemento histórico del fascismo, una ideología increíblemente peligrosa que exige sumisión mientras se burla de la singularidad, para explorar a través de las relaciones personales. Al no aceptar a sus hijos por quienes son y no por quienes desean que sean, todos los padres de «Pinocho» participan en su perversa dinámica de control: Podesta (Ron Perlman), un funcionario del gobierno que cría a su hijo, Candlewick (Finn Wolfhard), con estricta disciplina; el villano titiritero Conde Volpe (Christoph Waltz) y su maltrato a su compañero babuino Spazzatura (Cate Blanchett); e incluso un Mussolini ingeniosamente ridiculizado (Tom Kenny), como figura paterna para toda una nación.

Mussolini en la versión de Pinocho, totalmente ridiculizado

También se encuentra la constante de la muerte. En un momento, la fantástica narración nos cambia de rumbo para enseñar a Pinocho, quien no puede morir debido a su condición, una lección sobre por qué la mortalidad es tanto una maldición como un regalo. El hecho de que Carlo y Pinocho tengan la misma voz, mientras que el hada de la vida y el hada de la muerte también comparten la misma actriz de voz, denotan así una marcada y a la vez sutil dualidad en el juego sobre lo que fue, pero ya no es y lo que no fue, pero ahora existe. Dos caras de la misma moneda nos recuerdan que amar es una carga difícil pero que vale totalmente la pena llevarla, la vida es un cruel martirio por el que vale la pena morir, y que en las grietas de todo lo que consideramos que nos hace inadaptados e imperfectos, podemos encontrar la felicidad con otros como nosotros.

Conclusión

La versión «Pinocho» de Guillermo Del Toro es definitivamente una obra maestra impecable, con unos cuidados extraordinarios que le prestan atención hasta al más ínfimo detalle, una animación que te deja sin palabras y una trama que te llega quieras o no. Realmente es una película única que vale cada segundo de su tiempo.